lunes, 6 de septiembre de 2010

Divinos errores

Solemos equivocarnos constantemente. Una vez tras otra, y, con los años, te das cuenta que la medida de tu personalidad la dan precisamente tus errores, y así te conviertes en tus inimitables (y casi nunca irrepetibles) defectos. También te das cuenta que por eso mismo te equivocas al intentar disimularlos, ya que si alguien te ama todavía, es justamente por ellos.

martes, 3 de agosto de 2010

Silencio

Silencio a gritos. Silencio forzado. Silencio vacío. Cuando nadie escucha, el silencio da miedo, el silencio retumba en tu cabeza, y grita, y ensordece. Un grito siniestro que sólo tú puedes oír. Un silencio a gritos que no consigues acallar con palabras porque no hay quién las reciba. Y te lo tragas, y te envuelve, y te mece, y te duermes tarareando una nana macabra, pero siempre en silencio.

domingo, 18 de julio de 2010

foto

Siempre me sucede lo mismo: mi consciencia insomne me pierde revoloteando encima de las sábanas. Hoy pienso en esas chimeneas altas y rectangulares, de ladrillo rojo, que siempre observo al andar por tu calle. Las plazas y las aceras están impregnadas del encanto de lo dulce y discreto. Andamos por la ciudad como dos ríos que serpentean paralelos; allí cualquier instante podría ser una foto de Robert Diosneau que perduraría viva para siempre. Estas tranquila y nada te exalta; nada nos retiene. Se trata únicamente de aprovechar la oportunidad para convertir la ciudad en nuestro espacio.
Hace calor, y combatimos el sudor y el desazón con dos cervezas delante del ayuntamiento, y así esperamos la noche para cenar sushi y tomar algo por Foch, y de vuelta a casa nos detenemos para besarnos en mitad del puente, sobre el agua, porque tu quieres encerrarme para siempre en una foto, para no olvidarme.

Enric

sábado, 17 de julio de 2010

Fantômes

Hay fantasmas que nunca se van, como un grito que siempre acecha, como un lastre ligado a ti, como tu sombra, que a veces la olvidas, pero siempre está ahí. Son algo intrínseco a cada persona, cada uno tiene los suyos (más grandes, más negros o más vagos), a lo mejor diseñados justo al nacer, o a lo mejor delineados durante los años de descubierta del mundo, no lo sé. A veces consigues disimularlos, o hasta olvidarlos, pero siempre vuelven, cuando menos te lo esperas, o cuando los creías enterrados, y nunca consigues quitártelos de encima (como un chicle pegado en el pelo, que cuando más lo intentas sacar, más pegadizo se vuelve). Están ahí, observando todos tus movimientos, inseparables, siempre a tu lado como el más fiel de los compañeros. Nunca se consigue apagar las luces de la negra alerta, y es que los fantasmas siempre vuelven, y con nosotros morirán.

viernes, 16 de julio de 2010

Espaldas y tiritas

Hay momentos en que sólo ves espaldas. Tropiezas, y cuando te levantas, ves que la gente está avanzando, y se aleja, y tú corres, pero no llegas, y sólo ves espaldas que se alejan. Algunos se giran, pero no te ven, siguen con su ritmo. Gritas, corres, corres, pero no les alcanzas. Estás sola, rodeada de gente gris que jamás habías visto y que no entiendes. Y los que conoces, están ya demasiado lejos, con sus propios problemas, con sus propias vidas, y ni te oyen.
Así que nada, no te queda más remedio que levantarte y quitarte el polvo de las rodillas, y empezar otra vez el camino, no hay otra elección, a ver donde nos lleva, y a ver con quién nos encontramos.
Y cosas de la vida..., a veces encuentras a alguien inesperado entre la niebla, y ves que te está tendiendo la mano, y la coges aunque (creas que) no la necesites, y sorprendentemente te devuelve la sonrisa y hasta te pone una tirita en la rodilla!